martes, 12 de marzo de 2013

Escribir es otra forma de callar

Varios reclamos sutiles me han hecho ya por lo abandonado que tengo el blog. Qué cosa sorprendente esa, que haya gente que se acostumbra a leerlo a uno y hasta lo extraña. Cuando empecé a publicar cositas que se me iban ocurriendo, no me imaginé que fueran a tener muchos lectores, y menos que algunos de ellos se iban a volver casi asiduos. Ahora que existen y me dicen que por qué no he vuelto a escribir, que los tengo decepcionados, se me abren algunos interrogantes sobre esa relación tan persistente pero a la vez tan inestable con la escritura que he tenido desde niña.

Comencé a escribir muy chiquita, quizá de tanto leer y también porque hablar me daba alguito de miedo, no me fluía gran cosa. En cambio llenar hojas con palabras me parecía de lo más sencillo, iba saliendo así nomás, como si todo eso que no decía a viva voz quisiera salir de otra forma, una silenciosa e íntima, pero exterior al fin y al cabo.

Lo que sí es un hecho desde esa escritura temprana es que acontece cuando quiero, por oleadas espontáneas, y sólo a fuerza de mucha disciplina consigo domeñarla para que sirva a los trabajos académicos  u otras producciones más formales, pero no es lo mismo. Por más que disfrute de escribir y, a fuerza de tanto hacerlo, haya terminado por adquirir cierta habilidad y corrección en su ejecicio, sería incapaz de convertirme oficialmente en escritora e incluso quienes se dedican a ser columnistas semanales de revistas o periódicos me despiertan tanta admiración como perplejidad, pues no me imagino a mí misma teniendo la responsabilidad de entregar puntualmente un texto cada ocho días, incluso si el tema es libre. 

La meta que me puse cuando abrí el blog fue redactar al menos una entrada por mes, y ni eso he logrado cumplirlo, aunque tal vez se compensen los vacíos de algunos meses con aquellos otros en que publiqué dos o tres texticos. La verdad es que pensé que eso no iba a importarle a nadie ni sería notorio y es por eso que me ha resultado tan sorprendente que haya unos cuantos amigos que me preguntan cuándo es que voy a volver a escribir. Menos mal son amigos y no editores. Menos mal son personas a quienes simplemente les gusta leerme, pero no se lucran (como tampoco lo hago yo) de mis palabras. Ser escritor de tiempo completo, así, como un trabajo, debe ser de las cosas más difíciles del mundo.

Seguiré prefiriendo que escribir sea otra cosa, una forma de callar, pero expresando; un silencio con sentido que puede durar y ser leído aunque no suene, aunque no tenga eco. Escribiré cuando llegue el momento, cuando sienta que quiero o necesito hacerlo. Algo distinto no puedo prometer. 

Volví para decir esto, para pedir disculpas y también paciencia, para dar las gracias a los que leen, y disculparme por las molestias ocasionadas.