Una vida tiene siempre su banda sonora, como bien lo dicen Fito y Sabina en "La canción de los buenos borrachos".
La banda sonora de la mía ha tenido grandes dosis de Argentina, no sólo por el rock en español -huella inapelable de mi generación- sino también por esos cantantes que escuchaban en mi casa y cuyo acento se quedó grabado en mi memoria: Leonardo Favio el que más, y Sandro, y Piero y tantos otros... Pero del rock provienen las dos canciones que dan nombre y dominio a este intento de poner por escrito impresiones y experiencias y acá las dejo como constancia de que las ideas siempre son prestadas: La casa desaparecida, de Fito Páez y Pasajera en trance, de Charly García.
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