martes, 2 de octubre de 2012

La ciudad de todos los contrastes

Mi vida no ha sido ni la mitad de difícil que la de millones de personas en Colombia y, sin embargo, crecí entre el ruido de las bombas, con el miedo de las balaceras al lado de mi casa, viendo cómo en el barrio había cada vez menos gente y siendo testigo del esfuerzo que hicieron mis padres para conseguir una casa diferente y llevarnos a un lugar menos terrible para crecer. 

El miedo fue mi pan de cada de día; la paranoia, el signo indeleble de haber crecido en una ciudad donde la muerte acechaba en cualquier parte, en la que los combos dictaban hasta la hora límite para llegar a la casa bajo la amenaza de recibir un tiro si se estaba en la calle después de la hora que habían demarcado. 

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Hablo en pasado pero es sólo porque me estoy remitiendo a mis recuerdos. En realidad, las cosas no han cambiado tanto, y aunque las bombas dejaron de retumbar hace tiempo, los barrios siguen ardiendo y Medellín, pese a sus muchas transformaciones y a los avances en educación, cultura y atención social, sigue siendo una ciudad llena de sangre, de códigos oscuros, de fronteras invisibles y patrones del mal que se disputan ese aciago y rentable monopolio.

Cuando me siento a leer libros de historia de Colombia y siento que no se refieren al siglo pasado sino que parecen escritos hace un mes, y cuando veo en el periódico que en Medellín -ahora, en pleno 2012-, hay escuelas de sicarios y niños que a veces son forzados pero que también deciden y quieren "estudiar" en ellas, me invade el desconsuelo y me dan ganas de irme a una montaña y no seguir fingiendo que entiendo alguna cosa o soñando que de verdad se puede cambiar algo.

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He aquí la noticia que me descorazonó esta noche: 

Y el contraste supremo: la misma Medellín, en el mismo momento, nominada a ciudad más innovadora del año http://online.wsj.com/ad/cityoftheyear

La amarga paradoja es que ambas cosas son ciertas, ambas imágenes diametralmente opuestas son facetas de ese solo espacio: mi puta y hermosa y amada Medellín a la que, pese a todo, no veo la hora de volver. 

1 comentario:

  1. Soy cachaco, voy seguido a Medellín. Desde mi primera visita fue amor a primera vista. Vivo pendiente de lo que pase allá; la noticia de la que hablas y los disturbios del centro me tienen descorazonado. Ojalá todo mejore, Medellín es una ciudad increíble y la gente también.
    Ojalá regreses pronto a tu tierra.

    Saludos.

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