martes, 11 de diciembre de 2012

No llores por mí, Argentina. (Hoy me toca a mí)


Ya casi es hora de partir. De irme. De volver. Hace uno muchas cosas al tiempo cuando no es de aquí ni de allá, aunque más preciso sería decir que se es de dos lugares. 

Adiós, Argentina y hasta la próxima. Me quedé sin dar muchos abrazos de despedida, pero bueno, llegarán después y más inmensos. Gracias a todos los que estuvieron al principio, los que me hicieron sentir como en casa desde que llegué, a los que fueron llegando, a quienes me hicieron reír, de quienes tanto aprendí. Gracias infinitas a los que me acompañaron en aquel infausto episodio del agua, los que se volvieron mi sostén y mi familia y me dieron motivos para quedarme cuando pensé que no iba a ser capaz de seguir. Gracias a los que estuvieron siempre, a los que fueron y vinieron, a los que escribían así no tuvieran tiempo de un café o un mate. 

No los nombro uno por uno porque la lista sería larguísima y porque no quiero que la memoria me juegue una mala pasada. La Maestría no garantiza nada cuando se llevan varios días sin dormir y la ansiedad se mezcla con la tristeza, con la incertidumbre, con tantos sentimientos que un viaje implica.


Gracias, en fin, a la vida, que me ha dado tanto, como canta una de las más grandes poniéndole voz a lo que escribió otra igual de inmensa. 

1 comentario:

  1. Que entrada tan emotiva y llena de nostalgia. No me imagino todo lo que debes estar sintiendo.
    Solo puede desearte un muy buen viaje y que lo que encuentres en el sitio a donde vas te llene de motivos para sonreír y seguir agradeciendo a la vida.

    Saludos.

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