martes, 11 de diciembre de 2012

No llores por mí, Argentina. (Hoy me toca a mí)


Ya casi es hora de partir. De irme. De volver. Hace uno muchas cosas al tiempo cuando no es de aquí ni de allá, aunque más preciso sería decir que se es de dos lugares. 

Adiós, Argentina y hasta la próxima. Me quedé sin dar muchos abrazos de despedida, pero bueno, llegarán después y más inmensos. Gracias a todos los que estuvieron al principio, los que me hicieron sentir como en casa desde que llegué, a los que fueron llegando, a quienes me hicieron reír, de quienes tanto aprendí. Gracias infinitas a los que me acompañaron en aquel infausto episodio del agua, los que se volvieron mi sostén y mi familia y me dieron motivos para quedarme cuando pensé que no iba a ser capaz de seguir. Gracias a los que estuvieron siempre, a los que fueron y vinieron, a los que escribían así no tuvieran tiempo de un café o un mate. 

No los nombro uno por uno porque la lista sería larguísima y porque no quiero que la memoria me juegue una mala pasada. La Maestría no garantiza nada cuando se llevan varios días sin dormir y la ansiedad se mezcla con la tristeza, con la incertidumbre, con tantos sentimientos que un viaje implica.


Gracias, en fin, a la vida, que me ha dado tanto, como canta una de las más grandes poniéndole voz a lo que escribió otra igual de inmensa. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Descubriendo el agua tibia

He descubierto que la consecuencia inevitable -y obvia por demás- de no ser de aquí ni ser de allá es que tampoco sé qué pasa cuando viajo: si me voy o si vuelvo. 

Hago las dos cosas, por supuesto, pero ya no tengo claridad sobre cuál es el lugar de partida y cuál el de llegada y eso es lo raro de todo. Siempre me estoy yendo. Siempre estoy llegando. 

Al final, la única certeza es que nunca me quedo.


Me acordé de una canción. Será mi himno temporal.



EL EXTRANJERO
(Enrique Bunbury)

Una barca en el puerto me espera
no sé donde me ha de llevar

no ando buscando grandeza

sólo esta tristeza deseo curar

Me marcho y no pienso en la vuelta
tampoco me apena lo que dejo atrás
solo sé que lo que me queda
en un solo bolsillo lo puedo llevar

Me siento en casa en América
en Antigua quisiera morir
poarecido me ocurre con con africa

Asilah, Essaouira y el rif
Pero allá donde voy me llaman el extranjero

dodne quiera que estoy el extranjero me siento


También extraño en mi tierra
aunque la quiera de verdad
pero mi corazpón me aconseja
los nacionalismos que miedo me dan

Ni patria ni bandera
ni raza ni condición
ni limites ni fronteras
extranjero soy

Pero allá donde voy
me llaman el extranejro
dodne quiera que estoy
el extranjero me siento
porque allá donde voy me llaman el extranjero
dodne queira que estoy
el extranjero me siento